LOS
DOS HALCONES
Voy a
contarle un cuento para reflexionar que me ayudo a ayudar es de Paola Psicóloga
y Psicoterapeuta. Directora de Psicología Estratégica
Cuenta la historia que un rey de un país muy
lejano recibió como obsequio en su cumpleaños dos pichones de halcón y los
entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.
Pasados unos meses, el instructor le comunicó que
uno de los halcones estaba perfectamente educado, había aprendido a volar ya a
cazar, pero que no sabía qué le sucedía
al otro halcón: no se había movido de una rama desde el día de su llegada al
palacio, e incluso había que llevarle el alimento hasta allí.
El rey mandó llamar a curanderos y sanadores de
todo tipo, pero nadie consiguió hacer volar al ave. Encargó entonces la misión
a varios miembros de la corte, pero a pesar de los intentos nada cambió; por la
ventana de sus habitaciones el monarca veía que el pájaro continuaba inmóvil.
Publicó por fin un llamamiento entre sus súbditos solicitando ayuda, y entonces, a la mañana siguiente vio al halcón
volar ágilmente por los jardines.
-Traed al
autor de este milagro -dijo a su séquito. Al poco rato le presentaron a un
campesino.
-¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo lograste?
¿Eres mago, acaso?
Entre feliz e intimidado, el hombrecito explicó:
-No fue difícil, Su Alteza: sólo corté la rama. El
pájaro se dio cuenta de que tenía alas y se lanzó a volar.
REFLEXIÓN:
En nuestra vida hay muchas ramas que nos mantienen
en una situación de comodidad. Algunos a pesar de la seguridad de la rama
igualmente se arriesgan y se lanzan, aprendiendo a volar y buscando la
superación personal. Pero otros, como el segundo halcón, se acomodan en ella. A
veces puede que algún acontecimiento rompa la rama de la costumbre, de la
seguridad, entonces se dan cuenta de que pueden volar y superarse a sí mismos.
En ocasiones nos acomodamos sin ser conscientes de
nuestras potencialidades, sin desarrollar todas nuestras cualidades, pues
estamos cómodos en nuestra rama: quizá es necesario que alguien nos corte la
rama para que podamos arriesgarnos al vuelo. A veces las cosas inesperadas, y
que incluso en principio parecen negativas son verdaderas oportunidades para
desarrollar nuestras potencialidades.