La mejor noticia que podemos recibir cada mañana es la
de que aún continuamos con vida; sin embargo, lo más probable es que esta
mañana usted haya abierto los ojos, se haya levantado apresuradamente y, aunque
suene ilógico, se haya percatado de todo, menos de que aún está vivo.
¿Cuál es la diferencia entre vivir inconsciente de que
se disfruta de estar vivo, y vivir consciente de estar gozando del privilegio
de estar vivo? La diferencia estriba, indiscutiblemente, en que sin estar
consciente de estar vivo, no se valora la vida; en cambio, estando consciente,
se agradece, primero que nada, al Supremo la gracia de estar vivo, y se
valoran, por lo tanto, cada uno de los instantes en que uno permanece con vida.
Asegurar, de acuerdo al adagio popular, que
"nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde", resulta demasiado
fatalista: hay personas que en este mundo sí saben lo que tienen -la vida-, y
disfrutan de ella compartiéndola con las de los demás.
Sea usted una de estas personas. No caiga en el error
de no saber lo que tiene hasta que lo haya perdido; resístase a formar parte de
ese "nadie" que nunca supo que tenía vida y, por lo tanto, nunca supo
valorarla.
Piense cuál sería la reacción de una persona que
hubiera muerto y que de repente, milagrosamente, se le otorga vida de nuevo.
Usted no tuvo que morir ayer para estar vivo hoy; sin embargo, ese regalo le
fue otorgado nuevamente y no deja de ser el más maravilloso que hay.
Kurt Douglas
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