sábado, 6 de abril de 2019

“ORACIÓN” ESCRITA POR UNA MONJA DEL SIGLO XVII



Señor,
tú sabes mejor que yo,
que estoy envejeciendo
y un día seré vieja.
Libérame de las ansias de querer arreglar
la vida de los demás.
Que sea pensativa, pero no taciturna,
solícita, pero no mandona.
Con el vasto acopio de sabiduría que poseo,
parece una lástima no usarla  toda,
pero tú sabes, Señor, que quiero que
me queden algunos amigos al  final.
Mantén mi mente libre
de la recitación de infinitos detalles.
Dame las alas para ir derecho al grano.
Sella mis labios para que no hable de
mis achaques  y dolores.
Ellos van en aumento con el pasar de los años,
como también mi  gusto por recitarlos.
Pido la gracia de poder escuchar con paciencia
el  relato de los males  ajenos.
Enséñame la gloriosa lección
de que a veces es posible
que esté  equivocada.
Mantén en mí una razonable dulzura.
No quiero ser santa.
Es difícil convivir con algunas de ellas;
pero una vieja amargada es:
una de las obras supremas del diablo.
Ayúdame a extraer de la vida
toda la diversión posible.
Nos rodean tantas cosas divertidas,
que no quiero perderme ninguna. Amén.


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