TENER MAS DE 60 AÑOS
Dialogando con mi interior le pregunté qué se siente ser
mayor y recordé lo que leí un día de la Dra.
Mirta Núñez ( Texto de la ponencia presentada en el VIII Curso de ASOGA ) y cuánta
razón tiene, me sirvió para mis Terapias Psicológicas Edelvez y dice:
Tener 60 años es tener dos veces 30 años; es entonces reconocer la densidad y
riqueza del ayer y lo frágil y precario del mañana; es estar dispuesta a vivir
intensamente la década que se abre con la lúcida convicción de que puede ser la
última –o por lo menos la última en poder vivirse intensamente–; es ya no
posponer los sueños y hacerlos realidad en la medida de lo posible. Es
alegrarse cuando, al despertar, a uno le duele algo: una articulación, la
garganta, la cabeza, porque significa que está viva. Esto me le enseñó una
amiga
Tener 60 años es tener respeto a los espejos porque no
mienten y no volverán a mentir nunca más.
Tener 60 años es por fin saber quiénes son tus verdaderos
amigos y amigas y haberse ganado el enorme privilegio de no simular más frente
a los otros; es saber decir “no” cuando es “no”; es conocerse a fondo y poder,
por fin, dialogar con su cuerpo, conocer los caprichos de su digestión, los
ritmos de su corazón, la capacidad de sus pulmones y la susceptibilidad de sus
articulaciones en tiempos de lluvia.
Tener 60 años es burlarse de todas las dietas de las
revistas femeninas porque ya uno sabe perfectamente cuál es su dieta de vida.
Tener 60 años es conversar con la soledad y nunca sentirse
sola con ella. Tener 60 años es ya no pedir permiso a nadie para cumplir un
viejo sueño, tomar un whisky antes de la telenovela de la noche o prender
la luz a las tres de la mañana para leer nuevamente un capítulo de “En busca
del tiempo perdido” de Marcel Proust porque no logró conciliar el sueño. Es
saber que nadie nos espera en casa y alegrarse porque podrá almorzar o comer
con lo que más le gusta: una ensalada acompañada de pan y queso. Poder comer lo
que le antoja a la hora que le antoja es un verdadero lujo para una mujer, y esto
lo puede hacer a los 60 años, o lo debería poder hacer. Sí, porque al escribir
esto, sé una vez más que soy una mujer privilegiada. A la vuelta de la esquina
de mi casa, una mujer como yo, de 60 años, es desplazada, violentada y
olvidada.
Tener 60 años es
inaugurar por fin nuevas miradas, nuevos diálogos con ese sentimiento de
desprendimiento y de levedad frente a ellos o ellas
Tener 60 años es
entender el misterio de la vida y empezar a confrontarse con la muerte, sin
temor ni tristeza porque está ahí asomándose, tímidamente pero inexorablemente.
Tener 60 años es empezar a despedirse demasiado temprano,
siempre demasiado temprano, de buenos amigos o amigas.
Tener 60 años es tener dos veces 30 años, o sea mucha
juventud acumulada.
Y es ahí donde nuestros pacientes entienden que la vida es larga,
complicada y solucionable, y es ahí donde aprenden a vivir con fe, esperanza y amar simplemente lo que hay.-
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