Hace algún tiempo leí
esta carta que me impacto y siempre la comparto con nuestros amigo o pacientes
y veo en el rostro de cada papá un
viaje a lo más profundo de su ser y solo espero que algunas palabras de esta
carta les llegue al corazón, por eso hoy la voy a compartir.
Gracias. Es la palabra que ningún hijo le dice a un hombre que luego de
procrearlo se dedica a seguir viviendo su vida tal como era antes del
nacimiento del hijo.
Tiempo más, tiempo menos, los
hijos tendemos a utilizar una balanza para conocer el peso de nuestros padres
en nuestras historias.
Y hay quienes encuentran cierto peso, quienes encuentran algo, y luego
estamos los que definitivamente tenemos que repetir la pesada para ver si es
cierto que no tenemos nada.
Nada, es lo que queda luego de hacer memoria para recordar cuantas veces en un acto del colegio, buscamos entre todos y vimos su cara.
Nada, es lo que queda luego de hacer memoria para recordar cuantas veces en un acto del colegio, buscamos entre todos y vimos su cara.
Lo que queda después de pensar si alguna vez charlamos sobre algún
problema personal y nos detuvimos a escuchar sus palabras sin entenderlas, para
después de grandes darnos cuenta de lo que querían decir.
Es lo que queda luego de listar todas las veces que nos lastimamos de
pequeños y nos curó con algo feo y efervescente, o con merthiolate aguantándose
que gritemos y hagamos escándalo.
Es lo que queda después de pasar las hojas del ayer y tratar de
encontrar alguna imagen donde nos ayudaba a hacer las tareas, o tomarnos
lección un domingo a la noche para corroborar si habíamos estudiado.
Es lo que queda cuando se piensa en alguna comida que haya hecho, alguna
compra sin que se le pida, cuando se trata de sacar del baúl alguna foto en la
que no haya posado, mirándonos con afecto.
Es lo que queda después de pensar cuantas veces recibimos un reto, o
cuanto sabemos de su infancia, cuantos amigos nuestros conoce, cuanto de
nuestra historia clínica puede contar, cuanto conoce de nuestros gestos y
nuestras formas de comunicarnos, cuanto puede adivinar de nuestra voz cuando se
habla por teléfono, cuantos silencios cómplices nos regaló. Nada. Absolutamente
nada queda.
Todo, es lo que nos falta cuando vamos a una reunión de algún amigo que tiene la curiosa característica de tener una familia completa, y que acude al rarísimo ritual de la reunión multitudinaria de primos y tíos, y vemos lo mucho que nos hacía falta lo que hasta ese momento no sabíamos que necesitábamos. Los gritos, las discusiones, los grupos, los problemas compartidos, los menues únicos de esos eventos. Todo eso que para el amigo es cosa normal, y para nosotros es magia.
Todo, es lo que nos falta cuando vamos a una reunión de algún amigo que tiene la curiosa característica de tener una familia completa, y que acude al rarísimo ritual de la reunión multitudinaria de primos y tíos, y vemos lo mucho que nos hacía falta lo que hasta ese momento no sabíamos que necesitábamos. Los gritos, las discusiones, los grupos, los problemas compartidos, los menues únicos de esos eventos. Todo eso que para el amigo es cosa normal, y para nosotros es magia.
Todo, es lo que nos duele cuando por toda demostración de interés
paterno tenemos las compras obligadas, la firma del boletín, la asistencia
obligatoria, los gestos de compromiso.
Todo, es lo que le debemos a mamá, que fue la que se llevó las quejas y
los berrinches, las demandas y los reproches, las cuentas y los milagros, el
tiempo multiplicado por miles encerrado en un día de solo 24 horas para cumplir
dos funciones y sin terapias.
Nada, es lo que me viene a la mente cuando te pienso.
Me encantaría ser tan irracional como para decir que nunca te quise y
que de hecho te odio…pero Mamá jamás me dejó pensar que eras una mala persona.
Pienso en cambio que no tienes idea de cómo ser padre, y bien que lo
demostraste. Por mi parte, sí supe cómo ser hija de una mamá casada en pareja
pero soltera , opción que otros hijos de padres ausentes no han tenido, y por
eso me siento afortunada.
En cuanto a vos, No tengo deseos, ni mensajes subliminales, ni rencores.
Tengo una buena vida, y tengo tres hijos con un padre muy presente,
. No tengo demandas, como las tuve con Mamá, ni reproches porque ya es
tarde para eso.
Pero sí tengo para darte algo de lo que sos bien digo.
Las Gracias Papá.
Gracias por haberte encerrado en ti mismo, y por habernos dejado con Mamá.
Gracias por haberte encerrado en ti mismo, y por habernos dejado con Mamá.
Gracias por no estar acá para ser un mal ejemplo para mis hijos y mis
sobrinos. Gracias por no darme la chance de que me pregunten por tu niñez o tu
adolescencia y no saber qué contestar porque no te conozco .
Gracias por haber sido tan consistente en tu ausencia como para no
hacerme tener que dar explicaciones sobre forma de ser viéndote presente en
cuerpo pero ausente.
Gracias por no no tener paciencia
, por no jugar con nosotras.
Gracias por no haber tenido buenos amigos que trataran de persuadirme
cuando no quise volver a saber de vos.
Gracias por no haberme escrito jamás una carta para no tener que tratar
de copiar tu letra perfecta de tipo culto.
Gracias por ser un padre ausente. No podrías haberme hecho un bien
mayor. Gracias papá.
Guauuuuu que pena que un hijo piense
eso de ti , por eso mi querido amigo o papà Si
quieres que tus hijo sean felice, decide....
Decide recibir a tu hijo como un huésped de
honor que estará temporalmente en tu hogar.Decide darle a tu hijo un regalo magnífico un padre que ama a su madre y una madre que ama a su padre.
Decide escuchar a tu hijo todos los días.
Decide amar a tu hijo sin condiciones ni reservas.
Decide que nunca identificarás a tus hijos por sus fracasos o errores.
Decide darle a tu hijo un sentido de responsabilidad hacia si mismo, hacia los demás y hacia las cosas.
Decide disculpar a tu hijo de una manera justa y sin rencores.
Decide disculparte con tus hijos cuando te equivoques.
Decide que nunca temerás a tus hijos, o te sentirás intimidada por ellos o
sus preguntas.
Decide guiar a tu hijo para que sea independiente.
Decide no pedir a tu hijo que cumpla con los sueños y esperanzas que alguna vez tuviste para ti.
Decide no permitir que tus preocupaciones sociales determinen como tratas a tu hijo.
Decide darle a tu hijo el principio básico de fe para su vida sea los
suficientemente grande para que lo sostenga en cualquier situación.
Lcda. Eveltsy Torres Meriño- Asistente Terapia
Psicológica Mercedes Vega
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